Hoy perdí un cliente…

Quisiera decirte que me sentí abatida, llena de incertidumbre o triste. Definitivamente perder un cliente no es algo fácil, pero perder a este cliente me desató la reacción más extraña que hubiera esperado.

Estaba feliz.

Si, te lo juro, no podía quitar la sonrisa de la boca mientras le hacía un reembolso del 100% de su triste inversión, ni siquiera pensé en la pérdida económica que representaba para mí el desperdicio de material que estaba obteniendo, finalmente una lona no la puedes reimprimir (aunque sí reciclar, me gusta reciclar, será relajante), pero estaba tan feliz que no se por dónde comenzar a explicarte la razón de esta situación tan poco común.

Bien, ya me excedí de introducción sin decir gran cosa, ya te dejé en claro que ni para disimular podía dejar de sonreír. Ahora vamos al punto.

Desde el principio todo fue un desastre. Comencé a trabajar para esta persona hace más o menos un año. Antes intenté asociarme con él pero agradezco no haberlo hecho, a veces trabajar en cercanía te demuestra quienes realmente son las personas con quienes compartes y cuáles son sus intenciones, a veces lo demuestran más pronto de lo que esperabas.

El caso es que ya nos conocíamos para el momento en que comencé con mi negocio y esta clase de «amistad» terminó llevándome como siempre a darle un costo de maquila mucho mejor que mi costo real de maquila (ya se, ya se, esto fue antes de saber los 6 beneficios de defender mi precio, mal para mí, muy mal para mí). Acabé teniendo que soportar la prisa, el costo preferente, la exigencia en calidad… todas esas cosas que a la larga te dejan el bolsillo vacío, el corazón roto, y muchas deudas en tu haber; por eso hoy que todo llegó a su peor término fui feliz. 

No te niego que mientras pensaba en desatar el infierno al negarme a volver a imprimir material me temblaron las piernas, ni te negaré que una vez que logré desatar a mi pequeño iracundo ser interior tecleé con furia en mi celular de la manera más cortés que pude que le reembolsaría su inversión y que sería la última vez que trabajaría para él. Después de eso y hasta ahora que escribo esto todo ha sido libertad, una libertad que no conocía.

Pero bueno, siendo objetivos, ¿Qué beneficios puedo encontrar ahora en esta situación?

Para empezar viviré sin estrés, ya no me perseguirán a las 8 de la noche para que saque trabajo ni me atormentarán un domingo en la mañana por el mismo precio.

Nadie, absolutamente NADIE podrá tener un costo menor y tener preferencias al mismo tiempo, al menos en mi mundo de la lona MAQUILA NO TIENE PREFERENCIAS EN CALIDAD NI TIEMPO, y no digo esto porque esté pensando en bajar mi calidad, eso jamás, sino porque los que sean más exigentes que mi nivel normal de calidad tendrán que pagar precio completo, (en especial porque hay cosas que no dependen totalmente de mí y ahí no hay mucho que pueda hacer).

De ahora en adelante valoraré a quien me valora y le trataré tan bien que solo pueda traer a más personas que me valoren igual. Es mi trabajo, tiene la mejor calidad, nadie lo hace como yo y lo merezco (por ególatra que suene eso ya va siendo hora de que yo también diga que es cierto).

Y por último no me permitiré volver a caer en esto, más vale demostrar que ya aprendí y defender de verdad mi precio.

En esta difícil vida de emprendedor nunca es fácil encontrarte en esta situación pero a veces es justo, y te ayuda a crecer como nunca, a redefinirte, a reencontrarte a darle importancia a quien realmente lo vale y eso me gusta.

Espero que si algún día te toca perder un cliente tampoco puedas dejar de reír y no sea de nervios. Si no puedes evitarlo sácale provecho.